Siglo 21: periodistas diferentes

María Elena Hernández Ramírez

 

El 8 de noviembre de 2021 se cumplieron 30 años del nacimiento de Siglo 21, un periódico jalisciense de corta vida (1991–1998) cuya huella e influencia han sido de larga duración, tanto en el periodismo local como en los profesionales que participaron de esa singular experiencia. Siglo 21 fue un proyecto periodístico muy innovador en el contexto social, político y mediático en que surgió, a inicios de la década de los noventa. Sobre la historia de Siglo 21 y las características de su periodismo se han escrito numerosos artículos, capítulos, tesis y reportajes; dos textos particularmente valiosos son los de Larrosa–Fuentes (2018) y Melgoza & Sánchez–Barbosa (2015). El presente trabajo constituye un acercamiento a la huella profesional que Siglo 21 dejó en las personas que conformaron su redacción. Se desarrolla como un diálogo entre participantes, reconstruido por la autora a partir de testimonios recabados.

El objetivo fue conocer qué aprendizajes y valores dejó Siglo 21 en sus miembros, que hayan influido en sus trayectorias profesionales. Mediante la técnica de bola de nieve, adaptada para acceder a poblaciones difíciles de situar (Atkinson & Flint, 2001), obtuve testimonios de 41 personas, localizadas principalmente a través de las redes sociodigitales LinkedIn y Facebook. Con nueve de ellas realicé entrevistas amplias, y 32 me proporcionaron escritos o grabaciones de distinta extensión respondiendo a una pregunta: “¿Cómo te marcó profesionalmente haber sido parte del proyecto periodístico Siglo 21?” O bien, “¿qué huella, sello o aprendizajes dejó en ti esta experiencia?”. Las respuestas por escrito y la transcripción de conversaciones telefónicas o videollamadas generaron 85 páginas de memorias y reflexiones. Esta información permitió ver coincidencias temáticas que refuerzan, directa e indirectamente, la intuición de que la escuela de Siglo 21 trascendió las fronteras de su redacción y su momento histórico, influyendo en los distintos espacios profesionales de los participantes. Reporteros, editores, infografistas, fotógrafos, caricaturistas y un directivo, narraron en forma libre sus vivencias, no siempre relacionadas con la pregunta central.[1] Queda ejemplificado, sin embargo, que 30 años después persisten significados, valores y lazos de la experiencia personal y colectiva en Siglo 21: “Es un sello en la frente” (Von Bertrab, comunicación personal, febrero de 2022).

 

Reconstrucción de un diálogo colectivo

El primer acercamiento a los informantes dio pauta para identificar recurrencias, y estas para conversar ampliamente con nueve periodistas: Alejandra Xanic von Bertrab, Diego Petersen, Rosa Esther Juárez, Luis Miguel González, Juan Carlos Núñez, Sergio René de Dios, Mariano Aparicio, Roberto Morán y Oldemar González. El discurso generado permitió situar 15 temas que se presentan como la reconstrucción de un diálogo colectivo en primera persona. A fin de dar fluidez a las ideas expuestas espontáneamente por los participantes, estas fueron editadas sin afectar su sentido. Las 41 comunicaciones personales se realizaron entre el 13 de febrero y el 11 de marzo de 2022, se tiene registro de ellas en texto escrito o en grabaciones de audio y video. El estilo expositivo de esta conversación colectiva hace indispensable nombrar a quienes intervinieron en ella.[2]

 

Una experiencia irrepetible

Diego Petersen. Siglo 21 fue una experiencia inédita, imposible de replicar; con una libertad impensable en cualquier otro medio, en cualquier otro momento. Tenía la confianza absoluta de Jorge Zepeda, el director, y un equipo de trabajo que se iba moldeando sobre la marcha, aprendiendo unos de otros.

Rubén Martín. En la trayectoria de quienes fuimos parte del grupo fundador, Siglo 21 dejó “una huella imborrable, indeleble”. Alejandra Xanic y yo hemos coincidido en que fue una fortuna haber nacido profesionalmente en “ese experimento único”, en “un invernadero, un ecosistema protegido en el que tuvimos grandes talentos formándonos”, Tomás Eloy Martínez, por ejemplo. En Siglo 21 apropiamos ideas éticas fundamentales de lo que debería ser el periodismo, “la honradez y la disciplina con las que deberíamos ejercer la profesión”.

Silvia Lailson. La aparición de Siglo 21 transformó la forma de hacer periodismo en Guadalajara y “lo mismo sucedió con todos los que participamos en ese proyecto que tanto quisimos, por el que luchamos codo a codo, sin escatimar horas de trabajo: nos cambió la vida”.

Juan Carlos Núñez. Algo de lo que sucedió en Siglo 21 fue que nos contagiábamos de la manera de hacer las cosas; Xanic me decía que “en Siglo 21 había como una mística de trabajo muy compartida”.

Vanesa Robles. “¡Era un espacio de libertad absoluta y, diría mi mamá, de libertinaje en la redacción!”, de generosidad para compartir el conocimiento de la mayoría de las personas alrededor.

Esperanza Romero. Para mí representó la oportunidad de hacer periodismo en la extensión de la palabra, […] desde allí empecé a cubrir temas de corrupción, a “dar a conocer lo que trataban de ocultar las autoridades”.

Rubén Alonso. Siglo 21 me hizo periodista en un momento de importantes circunstancias convulsas y transformadoras en México. El periodismo que se impulsaba desde la redacción estaba motivado por “una ciudadanía activa y constructiva, que incidió en los cambios sociales, políticos, económicos y culturales”.

Luis Miguel González. Fue un proyecto “muy Montessori”, en el sentido de que nos educamos mutuamente. Era una cultura de tolerancia al error, ¡nos equivocábamos muchísimo! Fue más un laboratorio que una empresa. Por otra parte, Diego le daba mucha importancia a tener una redacción que disfrutara el trabajo. Y no nos veíamos como “empleados de”, sino como “compañeros de”.

 

Periodistas diferentes

Diego Petersen. Siglo 21 aporta una nueva generación de periodistas y una forma distinta de ver el periodismo, esto se relaciona con dos grandes decisiones: la primera, no sacar a los periodistas de redacciones viejas sino formarlos; la segunda, pagar bien. Tomás Eloy decía “si nos traemos a los periodistas de El Occidental, lo único que vamos a hacer es El Occidental en formato tabloide”. Apostamos por “formar periodistas de cero”, no traerlos del exterior. Lo que hicimos fue demasiado arriesgado, “en los primeros meses nos dimos cuenta de que aquello no era la mejor idea y que sí se requería traer a gente con más experiencia”.

Alejandra Xanic. ¡Fue buenísimo arrancar todos inexpertos! Aunque, si leemos nuestras notas, “¡hicimos un periodismo espantoso! […] ¡Yo hacía unas cosas espantosas!”. Entré cuando estudiaba comunicación y reprobé por Siglo 21. Me pareció más interesante el periódico. Me estaba divirtiendo y aprendiendo mucho más ahí, ¡troné en la universidad! No tenía la experiencia de trabajar en un medio como los demás (había estado en Línea Universitaria, de Radio Universidad de Guadalajara); no sabía de presiones o línea editorial. Fue muy afortunado “empezar a hacer periodismo en un lugar donde había mucha libertad y mucha independencia”. Con el tiempo descubrí que “no todo mundo puede decidir qué temas llevar a los medios o con qué tratamiento o enfoque”. En Siglo 21 las historias se iban definiendo por las respuestas que encontrábamos a preguntas en campo, “no eran decisiones desde el escritorio o condicionadas por intereses”.

Luis Miguel González. Cuando Siglo 21 nace no había escuelas de periodismo en Guadalajara, “¡el periódico fue nuestra escuela de periodismo!”. Todo el tiempo tallereábamos entre nosotros. Eso nos marcó “por el momento de la vida en que estábamos, pero también por todas las herramientas prácticas que nos dio en lo profesional”.

Juan Carlos Núñez. El aprendizaje era permanente. Muchos tuvimos la oportunidad de capacitarnos con gente que venía a darnos talleres, y varios fuimos a tomar cursos a la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano que creó García Márquez (en Colombia). Aprendimos a “no dar por hecho que ya sabes todo”.

Rubén Martín. La experiencia de prepararnos a través de talleres y de hacer “números cero” durante prácticamente tres meses fue muy singular, “no solo en México, me atrevería a pensar que en el mundo”. En Siglo 21 “fomentaron mucho la formación periodística, el crecimiento profesional”.

Alejandra Xanic. Los meses antes de abrir tuvimos cursos con los argentinos Tomás Eloy Martínez y Miguel Ángel Diez; Miguel Bonasso se daba sus vueltas. Eloy Martínez nos mandaba a la calle: “¿Qué es noticia en esta cuadra? Vuelvan en 10 minutos con una noticia”. Y tú salías con “El puesto de tacos de chorizo”, “La parada del camión” … Escuchábamos hablar constantemente de Miguel Ángel Bastenier y del método de El País como gran referente; también de Página Dos de Argentina. La presencia en la redacción de hasta tres periodistas españoles, practicantes del máster de El País, nos acercaba a otras maneras de hacer periodismo. Había mucha disposición para capacitarnos. A mí me impulsaron para irme a una maestría. Me invitaron de una universidad de California porque les interesó Siglo 21. Aquí me dieron oportunidad de irme un año; el periódico no me pagó nada, ¡pero al regresar tenía mi trabajo!

Kaliope Demerutis. Me integré en 1992, de 19 años; cursaba todavía la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el ITESO. “Mi paso por Siglo 21 implicó grandes aprendizajes: desde las labores más básicas de monitoreo, redacción, planeación y organización de información, a otras actividades que requerían nociones de diseño y de producción editorial”. Aprendimos sobre la marcha, a veces con asesoría, a veces experimentando, para hacer periodismo urbano honesto.

Vanesa Robles. En la universidad aprendí ciencias de la comunicación y teoría; el periodismo, haciéndolo en Siglo 21. ¡Fue una escuela! Estuve en Monitoreo, Arte y espectáculos, Cultura, Ciudad y Región… “¡Yo no sé cómo íbamos pasando de un lugar a otro si éramos muy novatos en el oficio! ¡Aprendí edición editando, y de lo que no se debe hacer, también editando!”.

Roberto Morán. La escuela de Siglo 21 me quedó como una aspiración: “así es como deben hacerse las cosas”. La aspiración de querer escribir mejor, con buenas narraciones, textos que se pudieran leer placenteramente, y evitar de todas las maneras posibles redacciones tradicionales que toman declaraciones de funcionarios y las acomodan solamente con el “dijo, agregó y concluyó”. La influencia en la redacción de los practicantes de El País fue positiva: “no traían este periodismo de declaración, sino bien escrito”, su estilo era más narrativo. Fue una gran experiencia que nos trajeron Jordi Navas, Joaquín Fernández, Neus Caballer, Fran Ruiz, ¡buenísimos para escribir! Una gran referencia era “que no debíamos escribir como escribían los periódicos mexicanos”.

 

Nuevo orgullo por el oficio

Diego Petersen. En Guadalajara y en todo el país el ambiente periodístico estaba enrarecido y viciado. Los periodistas de Siglo 21 no tenían ni el perfil ni las prácticas habituales en el medio. La decisión de pagar bien o tener un mínimo profesional bien pagado fue fundamental en Siglo 21: se trataba de evitar que el sueldo del periodista estuviera vinculado a la publicidad de la fuente (era lo que se estilaba). ¡Eso significaba romper con la fuente! A los reporteros de Siglo 21 los veían como “los fresitas que no cobraban publicidad, que podían hacer preguntas incómodas», porque ni su trabajo ni su ingreso dependían de quedar bien con ningún personaje de las fuentes. Rompió con esa pésima tradición de que el reportero cobraba comisiones por la publicidad que sus fuentes compraran en su medio.

Siglo 21 generó una nueva forma de entender y ver el periodismo, y un nuevo orgullo por el oficio: te permitía desarrollarte y vivir profesionalmente como periodista, y esto podía ser una aspiración para la gente que estudiaba una carrera. Alguna vez [el historiador] Enrique Flores Cano me dijo: “Yo leo este periódico, me parece muy distinto y me gusta mucho. Estuve pensando qué es lo que me gusta de Siglo 21 y es ¡que no tiene fuentes oficiales!”. Yo le dije: “¡Sí, es que no nos contestan el teléfono!”. Había que hacer un periódico sin fuentes oficiales porque las fuentes oficiales nos ignoraban. Aprender a resolver los problemas que se presentaban día a día, llenar un periódico sin fuentes, sin experiencia, con otro tipo de creatividad, nos ayudó a todos a pensar el periodismo en forma diferente.

Rubén Martín. Establecer reglas claras en el trato con las fuentes fue una experiencia que nos marcó “de una manera indeleble”. No aceptábamos regalos ni que te pagaran los desayunos, no recibíamos comisiones por publicidad ni de fuentes públicas ni privadas.

Sergio René de Dios. “Desde el principio estuvieron presentes valores precisados en el manual de estilo y en las prácticas colectivas”. En particular, marcar distancia con los grupos de poder, honestidad, verdad e independencia.

Alejandra Xanic. Algunos han visto como un defecto que en Siglo 21 siempre estuviéramos pensando en asuntos y no en fuentes de información. Para mí fue muy positivo a nivel de formación. Se creó una mentalidad distinta en los periodistas: no estar más atentos a lo que dicen los poderes “o gente en posiciones de mando, sino buscar de qué habla o no habla la gente en la calle, porque ahí es donde están los asuntos”.

 

Periodismo como construcción colectiva

La mayoría de quienes fueron parte de Siglo 21 describen las relaciones al interior de la redacción como horizontales, dialogantes y bastante abiertas.

Diego Petersen. Creo que tiene que ver con dos cosas: fue una redacción que nació de cero, el director no era una súper estrella y todos los reporteros eran gente profesional de carrera. Además, no había distancia generacional (entre el más viejo y la más joven quizás había 20 años de diferencia). “Éramos una generación que nos hablábamos de tú”. Teníamos mucha claridad de que el periódico se construía en colectivo, no era de una persona. En todos había un gran sentido de responsabilidad, cada uno hacía lo que le tocaba para no afectar el siguiente paso del proceso de producción. Paco Núñez,[3] una mente muy brillante, me ayudaba mucho a comprender al periodismo como una actividad de construcción colectiva. Todos los días en las reuniones editoriales construíamos colectivamente. Ese fue un aporte importante de Siglo 21.

Rosa Esther Juárez. La figura de editor no se restringía a cortar y pegar. Se trataba de editores en un sentido pleno de la palabra. En las dos o tres reuniones al día todos “podíamos tener unas tremendas peleas para atraer cada uno el tema a su sección” y darle forma a cada espacio desde los ojos de los editores. En la sección Vida y Cultura, una separata que en su mejor momento tuvo hasta 24 páginas, hacíamos “mezclas duras”, nuestro eslogan interno era “arte, religión y condón, es de mi sección”.

Oldemar González. Se nos tomaba mucho en cuenta. Los departamentos de fotografía, infografía y diseño participábamos en las juntas de editores. Se hacía intercambio de visiones con quienes solicitaban gráficos para sus notas: “Sí va porque puedo hacer un gráfico. No [va] porque necesitamos saber tal y tal dato; o dame chance de investigar a ver si los consigo”.

Mariano Aparicio. En esas reuniones, “si considerábamos que la foto era muy buena, nos tocaba pelear más espacio para la foto que por la nota”.

 

El centro de documentación: las cosas en contexto

Alejandra Xanic. Uno de los ladrillos en la manera de hacer periodismo [en Siglo 21] es que siempre había que poner las cosas en contexto: qué había pasado antes, cómo había resultado, con qué consecuencias y qué implicaciones. Para apoyarnos teníamos un centro de documentación, algo muy especial en su momento (¡no había Internet!). Fui la primera contratada. Empecé a hacer el centro un año antes de que saliera el periódico. Luego llegó Rubén Martín, trabajamos juntos haciéndolo. “El centro de documentación era un espacio grandísimo, un lugar que tenía un equipo de tres o cuatro personas […] ¡eso también habla de una intención!”. Y todos íbamos ahí a leer los periódicos del día y a hacer búsquedas.

Lo normal en los medios era que “los archivos” se pensaran como el lugar remoto y distante. En Siglo 21 el centro de documentación “era un personaje más en la conversación, no un servicio marginal, ¡estaba en las juntas editoriales!”. Teníamos todos los periódicos locales y nacionales. Era bien visto que como parte de tu jornada de trabajo fueras a leer al sofá del centro. Leer periódicos estaba en nuestra rutina. “Eso tiene mucho que ver con el ser periodista, ¡hay muchos periodistas que no leen periódicos!”. Antonio Cázares (Toño) y otros dos o tres colaboradores hacían búsquedas o análisis. Tenían un escritorio como de biblioteca. Decías, por ejemplo, “necesitamos todo lo que se ha publicado sobre El Chapo en Guadalajara”. ¡Ellos te hacían una carpeta! “Necesitamos conocer cómo ha evolucionado la estadística en delitos de ta, ta, ta…”, Toño se ponía a hacer búsquedas. ¡Inegi no estaba en línea! Lo que hacía Toño era buscar información, organizarla, sistematizarla y ofrecérnosla. Había mucha colaboración. El centro de documentación generaba las estadísticas, comparativos y análisis para que pusiéramos las cosas en contexto.

 

Redacción horizontal

Alejandra Xanic. La horizontalidad de la organización era notable (alto contraste con respecto a otras en que he estado). ¡Se daban muy fácil las conversaciones con todos! Nuestro escritorio estaba separado del corredor por donde pasaban el director, el dueño y todos los jefes, por una tabla roca delgada. El periódico suele ser muy solitario, pero aquí creo que éramos todos como un buen equipo. Nos ayudábamos mucho, había la costumbre de “rebotar ideas” entre reporteros de distintas secciones. Por ejemplo, Toño Cázares, quien muchos años fue mi jefe en el centro de documentación, venía con ideas de lo que él leía o escuchaba y las aventaba como semillas por la redacción.

Luis Miguel González. Literalmente tú caminabas de una sección a otra y te enterabas de en qué estaban trabajando; eso te daba ideas, pero tú también las aportabas. No era un proceso conducido desde arriba, sino algo que estaba abajo. “En la cultura de recursos humanos le llaman polinización”.

Vanesa Robles. La redacción era amplia en número de personas y reducida en espacio, eso fomentaba que nos conociéramos, que habláramos. En esas conversaciones y “en el vacilón y el cotorreo, había muchísimo aprendizaje”.

Armando Talamantes. Cuando era estudiante universitario me preguntaba cómo podían lograr en Siglo 21 una mezcla tan cautivadora para los lectores. Al unirme al equipo en 1996, supe que parte del secreto era el intercambio de conocimiento con otros miembros de la redacción, todos periodistas especializados. “Conversar constantemente con periodistas de diversas secciones ayudaba sustancialmente a enriquecer los materiales”.

José Díaz Betancourt. En Siglo 21 los usos y costumbres que fuimos construyendo “eran fundamentalmente horizontales, ¡hasta donde se podía!”. Era común encontrar abiertas las puertas de Jorge y de Diego, o hablar de tú a tú con cualquier editor, incluso platicar asiduamente con el dueño. “¡Eso ni de broma se podía hacer en ningún periódico de Guadalajara!”.

Sergio René de Dios. La forma de relación entre directivos y editores, o directivos y redacción, “no era del todo horizontal, pero cercana a eso. Había diálogo. Finalmente, alguien debía decidir, ¡no era democracia!”.

Luis Miguel González. Aunque era una redacción muy horizontal, había un factor que marcaba una diferencia jerárquica, un estatus entre quiénes llegamos desde el principio (“los fundadores–fundadores”) y quiénes entraron después. La separación era una línea intangible entre unos y otros, “como un espíritu de cuerpo”. Antonio Ortuño me lo hacía ver con acidez: “Los que están desde el principio asumen un rol diferente que los que llegamos después”. En otro momento, David Dorantes me planteó que él sí notaba “el tema clasista de la redacción”.

Vanesa Robles. “Creo que también en el periódico había una estructura muy elitista”, en la que muchas veces se privilegiaban apellidos y se prefería a los extranjeros. “Sí había una réplica de lo que ocurre en el resto de la sociedad”.

 

Los liderazgos intermedios

Luis Miguel González. Un fenómeno que hizo peculiar y le dio personalidad al proyecto periodístico de Siglo 21 fue la existencia en la redacción de numerosos liderazgos intermedios: Sergio René, Silvia Lailson, Rosa Esther, yo mismo… Diego Petersen (como subdirector) jugaba un papel fundamental de “bisagra”, de puente; Jorge Zepeda (en la dirección) era muy respetuoso, muchas de las cosas no ocurrían en su oficina sino en otros espacios. Los mandos medios tenían poder e influencia, por ejemplo, Silvia Lailson (“la jefa”, quien coordinaba la sección Guadalajara) era más importante para la cohesión del grupo que Jorge Zepeda. “¡Todo mundo pasaba por la oficina de Silvia a contar sus penas! ¡Absolutamente todos!”.

El liderazgo de Rosa Esther Juárez era enorme. Normalmente, ella y yo chocábamos. Con el tiempo veo que metía en la agenda temas de vanguardia para la ciudad, ¡al inicio de los noventa!: “La agenda LGBT, la idea de que ‘la vida de la ciudad se define no solo por las élites políticas sino por las élites culturales’, fueron aportaciones de Rosa Esther”. En temas de agenda blanda y de violencia de género ella era muy activa. “Me acuerdo de que propuso una serie sobre la obsesión por el cuerpo, sobre cirugías plásticas y todas esas cosas”. Ahora lo veo, ¡qué maravilla que lo pusiera! “Esto es una agenda súper importante”, decía.

Agustín del Castillo también tenía liderazgo. Él llega al periódico hasta el tercer año y viene con una enorme capacidad de trabajo, una inteligencia descomunal y una agenda que ninguno tenía aquí: “¡todo el tema de medio ambiente y vida rural!”. Agustín propone asuntos que estaban fuera del área metropolitana de Guadalajara, “¡antes de que estuviera de moda el tema del medio ambiente!”.

Antonio Cázares fue otro líder. Coordinaba la contraportada en la que se publicaban los perfiles. Formó a muchos, entre ellos a Francisco Vázquez (redactor de los Libros del año, responsable de Gente, asistente de la coordinación editorial). Mario Mercury, ¡súper clavado en periodismo narrativo!, retaba a escribir mejor a quien caía en su entorno. Sergio René de Dios, uno de los periodistas con experiencia que se integró a Siglo 21, se ganó el respeto, reconocimiento y su liderazgo. Entonces, “¿de dónde venían las ideas? ¡De un montón lados, porque había mucha gente lista con libertad para trabajar! ¡Eso era el periódico!”.

 

Periodismo en clave local

Diego Petersen. Una decisión muy importante en el proceso de aprendizaje de hacer Siglo 21 fue apostar por lo local. En los primeros ejemplares del diario se notaba una romantización del periodismo, tenían una lógica académica influida por Pablo Arredondo, Jorge Zepeda y Paco Núñez. Había una sección Guadalajara y otra que se llamaba Sociedad y Gobierno, ¡como de revista académica! En los números de noviembre de 1991 a enero de 1992, la información sobre ciudad aparecía casi al final. Empezábamos con El Tema del Día (¡que era más frío que una paleta Manhattan, lo más anticlimático en términos periodísticos!); luego la sección Internacional; después Sociedad y Gobierno, y hasta atrás Guadalajara. ¡El periódico no estaba jalando bien!

Antes de la crisis de diciembre (por falta de pago y de aguinaldos, y por la renuncia de algunos), “Jorge se había ido a México a presentar el periódico a varios colegas”. Muchos dijeron “¡está bonito, pero no es un periódico!”. Vino el rediseño: cambiamos el orden de las secciones y corregimos esa idea de separar Sociedad y Gobierno de Guadalajara. Me tocó trabajarlo directamente con Jorge: “¡Cambiémosle la lógica! La crítica que te están haciendo en México tiene que ver con que debe haber una gran apuesta por lo local”. Si lo que queremos es hacer algo distinto, “¡abramos con lo local!”. Ese cambio se reflejó claramente el 22 de abril de 1992. Las portadas y la cobertura de Siglo 21 sobre las explosiones en el sector Reforma de Guadalajara hicieron historia; los otros periódicos se vieron atados a su estructura, en la que primero iba lo internacional.

Alejandra Xanic. En Siglo 21 nos desarrollamos con la convicción de llevar la voz regional al centro, de que el periodismo local y regional eran importantes. En ese tiempo, en los diarios “nacionales” no había interés por darle vigor a lo regional y a lo local. El periodismo local era muy menospreciado; solo traía voces de alcaldes, dimes y diretes, y no el “qué pasa en la ciudad”. En los noventa, el centralismo estaba a todo lo que daba. De pronto pudimos pensar en Guadalajara, en Jalisco, en la región Occidente, como lugares que tenían su propio peso y su vivir, ¡y nosotros íbamos a reflejarlo! Había un corresponsal en la Ciudad de México, Renato Consuegra, ¡pero yo iba con frecuencia a reportear historias de Jalisco desde allá! Iba al Congreso, al Senado, a alguna secretaría, a ver qué pasaba con ciertos temas de Jalisco. ¡Eso no lo hacía nadie en otros medios!

Juan Carlos Núñez. “Teníamos una mirada y unas preguntas desde la localidad frente a lo nacional, y se notaba en la manera de abordar los temas. Había ese interés por cubrir desde aquí al país”. En la etapa dorada de Siglo 21 hubo viáticos para salir a hacer reportajes, para tener una mirada propia y no quedarnos con la de las agencias de noticias. En 1994 tuvimos enviados especiales en Chiapas (Sergio René de Dios, Rubén Alonso, Rubén Martín), y “cuando fue la aparición del grupo guerrillero en Aguas Blancas, Guerrero, fuimos Rubén Alonso y yo de enviados”.

Rubén Alonso. Con la guía de compañeras, compañeros, jefes y jefas como Silvia Lailson, aprendí colaborativamente a informar de lo nacional desde lo local, pensando en los públicos lectores de Guadalajara. Primero fue como redactor, después como editor de la sección País, y también como reportero en eventos que marcaron a México y me moldearon profesionalmente, entre ellos el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas; el asesinato del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio; los asesinatos de Francisco Ruiz Massieu (secretario general del PRI) y del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.

Agustín del Castillo. Un aspecto que pudimos abordar como no había sucedido antes fue la cobertura de la vida del Jalisco olvidado: temas de la naturaleza, poblaciones rurales y ciudades medias. Esto fue posible porque recibíamos un sueldo decoroso y “había posibilidad de contar con un transporte y viáticos para coberturas en cualquier rincón remoto de Jalisco. Fue la oportunidad de demostrar que la región era mucho más que la mera área metropolitana de Guadalajara”.

 

Periodismo visual en Siglo 21

Diego Petersen. Una característica también peculiar en Siglo 21 era que fotógrafos y diseñadores se hablaban de tú con los editores. En otros periódicos no había diseñadores sino “formadores”, y la fotografía o el fotoperiodista eran vistos como de segundo rango. En Siglo 21 la primera jefa de diseño fue una excelente diseñadora, Peggy Espinosa. El primer jefe de fotografía era José Hernández Claire, quien tenía un enorme respeto por su oficio. Tener una gran diseñadora y un gran fotógrafo, “de repente generaba tensiones en la producción” porque en las juntas de editores ellos creaban “esa preocupación, esa batalla por su punto de vista, ¡lo que era inusual en los periódicos!”.

Alejandra Xanic. El lugar especial que tenía la fotografía en Siglo 21 se notaba en que “los fotógrafos también reporteaban”. Ellos hacían periodismo desde la fotografía, muy distinto a lo que predominaba en los noventa. A excepción de La Jornada y después de Cuarto Oscuro, el fotoperiodismo en ese tiempo era solo “de registro” (la foto del gobernador, la de la inauguración del hospital, etcétera). “La idea de cómo se hace periodismo desde la fotografía era absolutamente distinta en Siglo 21”. El equipo de fotógrafos era extraordinario, como no se ha reunido ningún otro: José Hernández Claire, Marco Aurelio Vargas, Humberto Muñiz, Ernesto Herrera, Rafa del Río, Antonio Romero.

Humberto Muñiz. Me recomendaron con José Hernández Claire. Fui el primer fotógrafo a quien contrataron. “Cuando empecé no me atraía para nada el fotoperiodismo”. Lo que se hacía en Jalisco era malo, plano, inexpresivo y nada artístico. En Siglo 21 tuve toda la libertad creativa para hacer fotografía. Jorge Zepeda me dijo: “Me gustan tus fotos, las quiero así, como tú eres. Eres un artista, pues tómalas con arte”. Aunque era muy buena la fotografía nacional, sobre todo en algunos periódicos de la Ciudad de México, en Siglo 21 tenía “un toquecito más artístico”, gracias a esa libertad con que contábamos los fotógrafos. El estilo de la fotografía de Siglo 21 “cambió totalmente la visión en Jalisco. Empezaron a salir las fotos grandes como nunca se había hecho, ¡y con crédito! Con crédito no salían las fotos en los demás periódicos”. Pedro Valtierra (uno de los más reconocidos fotoperiodistas mexicanos, director de la agencia Cuarto Oscuro) siempre ha dicho que Siglo 21 tenía el mejor equipo de fotógrafos a nivel nacional.

Rafael del Río. Siglo 21 fue una escuela no solo de periodismo sino de búsqueda de la libertad del oficio. La gran virtud del diario fue la suma de pequeñas libertades, con grandes visiones personales del contexto de esa época”. Con Humberto Muñiz como excelente maestro, se generaba una cadena creativa. Aprendí a “trabajar el sentido de las microhistorias, a hablar de lo micro a lo macro”. Todos aprendíamos de todos.

Mariano Aparicio. Fuera de la Ciudad de México, Siglo 21 fue el primer diario que le dio un empuje al fotoperiodismo, con otro formato de fotografía y una visión muy libre. “No buscábamos la foto oficial”. Queríamos la mejor fotografía que se saliera del común denominador de fotos de prensa. Sintetizábamos, conceptualizábamos, narrábamos con imágenes. “La mejor fotografía siempre se encontraba entre los 15 minutos antes de un evento o los 15 minutos después”. Mientras todos los periódicos garantizaban la foto del presídium con los participantes sentados, “la buena foto estaba atrás del presídium, antes de que se subieran, cuando todos se están encontrando, acomodándose la corbata y saludándose”. Una anécdota importante en esta área fue que “Siglo 21 le abrió la puerta a la primera mujer fotoperiodista en Jalisco: Esther Novoa”.

Oldemar González. La importancia que Siglo 21 le dio a la imagen se observa en que fue el primer diario en Guadalajara con un departamento de infografía. “Para mí eso era normal porque fue mi primer trabajo, tenía 18 años cuando entré. ¡Yo pensé que así eran todas las redacciones!”. No era nada normal. En Siglo 21 gozábamos de muchas libertades y se nos daba un lugar, “a diferencia de otros diarios en donde, al día de hoy, el infografista todavía es visto como ese que hace algo para que se vea bonita la hoja”.

Jorge Zepeda fue el principal impulsor de que en Siglo 21 se diera un peso significativo al periodismo visual y que al trabajo de fotógrafos e infografistas se le viera como “parte de la misma noticia, de la narrativa”, y no como “acompañantes de un texto”. Jorge y Diego se preocupaban por profesionalizar también a los infografistas para que entendieran los contextos y las preguntas del periodismo (qué, quién, cómo, cuándo…) y contribuyeran informativamente, ¡que no solo adornaran páginas! El punto era apoyar con imágenes la información y que eso fuera de interés para las personas. “Lo que nos enseñaron a nosotros fue que tu gráfico tiene que aportar y ser el gancho para que lean. No hacer en el gráfico lo que ya estamos diciendo en la nota”. Hace muchos años El Informador me invitó a dar un taller de infografía a sus infografistas. “¡Costaba mucho convencer a los dueños de que le tenían que dar importancia a la infografía! Ahí, tristemente, me di cuenta de que en 2010 (no sé ahorita) la principal carga de trabajo de los infografistas ¡era hacer esquelas!”.

 

En lo empresarial, un proyecto con pies de barro

Luis Miguel González. Una debilidad muy fuerte de Siglo 21 fue que “no pensábamos en términos de empresa. Éramos un grupo de trabajo que no le tenía miedo a equivocarse ni a trabajar muy duro”, pero que “no asumía, en todas sus consecuencias, lo que era una empresa de medios”. Éramos terriblemente ingenuos con respecto a lo económico, a la parte del negocio. Nunca nos planteamos “cómo le van a hacer para pagarnos, para darnos prestaciones, para hacernos crecer”. Nuestra gran miopía fue que “nos de-sentendimos de la parte del negocio pensando que alguien la iba a resolver bien”. Tenías el modelo de periodismo, a una sociedad que quería cambiar, ¡faltaba el modelo de negocio! Había mucha gente capaz trabajando en ventas, “no era un problema de las áreas comerciales”. Preguntas básicas como cuánto se va a reinvertir de lo que se vendió estaban fuera de las discusiones. “La mayor parte de los que estábamos en redacción teníamos algún tipo de subsidio familiar” (casi todos éramos muy jóvenes). Eso permitió que “temas como salario, carrera y profesionalización no incluyeran una discusión seria sobre la parte monetaria”. Alfonso Dau era un empresario idealista. Las libertades de que gozábamos en el diario “las propiciaba la dirección, ¡pero también el propietario!”. Mantuvo al periódico al margen de los intereses políticos de su primo hermano, Enrique Dau (quien era alcalde y aspiraba a ser gobernador). Fue un rasgo benigno que no le reconocimos en su momento. Sin embargo, “fue incapaz de romper esta cosa de empresa pobre/empresario rico: ¡siempre estuvo matando de hambre al periódico!”.

Muchos se sentían bien pagados con respecto a otros medios “¡porque no teníamos idea de cómo funciona el mercado laboral!”. En el momento de la vida personal en que estábamos, el dinero era menos importante que disfrutar de esta cultura de la discusión productiva que había en Siglo 21; de la libertad editorial, del respeto al disenso y a la diferencia de opiniones. Los salarios no eran muy competitivos; traducido a dólares, prácticamente todos estaban entre 500, 1,000, 1,500 dólares. En pesos actuales: 10 mil, 15 mil, 20 mil, 30 mil pesos. “Cuando el proyecto va avanzando en todos los sentidos, empieza a ser evidente que no hay un modelo de negocio para la empresa, pero también que ¡no hay una oferta de carrera profesional realista para nadie!”.

 

El embudo

Luis Miguel González. En 1993 me escogieron para ir a España a prepararme, porque en la siguiente etapa del periódico regresaría como subdirector. Llega la crisis y no se concreta esa subdirección; se crea la coordinación de reportajes especiales y quedo a cargo, pero comienzan a manifestarse las limitaciones. Me lo decía una vez Salvador Camarena: “Cuando a ti te mandan [a España], me doy cuenta de que es el momento de renunciar e irme a México, ¡porque ya no hay espacio para dónde crecer!”. Poco a poco cada uno llega a la misma conclusión, y “mucha de la gente más importante para el proyecto siente que para crecer se tiene que ir”.

Alejandra Xanic. Al paso de los años, fue muy triste que muchos nos fuimos a Ciudad de México: Luis Albores, Luis Enrique López, Rosa Esther Juárez, Carmina Rufrancos (estaba en diseño), Jorge Zepeda, Antonio Cázares, Manuel Baeza, Salvador Camarena, Eduardo Castañeda, Luis Miguel González, yo misma. ¡No importa cuándo nos fuimos! ¡No hubo lugar aquí! No supimos o no pudimos abrir otro espacio, o no se abrió.

Alberto Osorio. “Estuve muy poco tiempo en Siglo 21; me toca en un momento en que, no sé por qué razón, había problemas con los pagos hacia los colaboradores. […] No pude aguantar mucho”. Aunque fue arrogante la frase de apertura del periódico (“A partir de hoy, Jalisco es diferente”), en materia periodística quizás tenían toda la razón. En cuanto a plan de negocios, “Siglo 21 demostró que no había nada diferente; […] que no pensaron en cómo hacerle para durar, no sé… ¡cuando menos unos 25 años!”.

Luis Miguel González. Siglo 21 “no era un proyecto con bases económicas muy sólidas. No nació para convertirse en El Norte, de Monterrey, en donde llegado el momento todos los que habían crecido en la primera etapa del diario iban a poderse acomodar”. Nos dimos cuenta de que nos estábamos peleando por muy poco, como en ¿Quién se ha llevado mi queso? Fue muy curioso cómo “todo se alineó para que hubiera mucha libertad temática, cultura de crecimiento profesional… y, al mismo tiempo, estábamos en una empresa muy poco profesional” en sentido administrativo, financiero y económico. “¡¿Cómo aspirabas a retener talento si no tenías una oferta de carrera de mediano plazo para nadie?!”. Las posibilidades de crecimiento eran para unos cuantos: “era un embudo”.

 

Ethos y buenas prácticas en Siglo 21

Siglo 21 dejó en sus periodistas un “sello” que han llevado a distintos ámbitos profesionales, según los testimonios; este puede reconstruirse a través de fragmentos discursivos que enfatizan valores y prácticas de la comunidad durante la vida del diario. El entretejido de las siguientes ideas es un acercamiento al ethos de Siglo 21, entendido como “rasgos o modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una persona o una comunidad” (RAE, 2022).

Alejandra Xanic. En Siglo 21 el tema de la corrupción era una preocupación muy arraigada. Quienes estuvimos ahí tenemos esa claridad: hay cosas que no se hacen. Los temas éticos y de la corrupción se discutían abiertamente con Diego, con Jorge, con compañeros. Estábamos en la misma sintonía. Una de las convicciones en Siglo 21 era que estaban prohibidas ciertas prácticas. Antes de que Reforma, muchos años después, viniera con el reglamento de “no te subirás al avión de un gobernador; tienes que pagar tu propio vuelo”, ¡esas eran reglas nuestras, desde el principio! Estaba muy claro que “no recibes moches” o regalos. Si en navidad llegaban regalos a la redacción y eran por debajo de un cierto importe, ¡se rifaban! Tú nunca sabías si alguna fuente había destinado uno para ti.

Rubén Martín. En Siglo 21 aprendimos “no solamente buen periodismo, nuevas narrativas, nuevos géneros, el arte de tratar de escribir bien”, sino también una ética muy singular para ejercer el periodismo sin dejarse tentar por el poder. Esto nos marcó, entre otras cosas, para “hacer un periodismo comprometido […] como contrapeso del poder, como voz e instrumento de la sociedad”.

Luis Miguel González. Yo diría que nos portábamos muy bien, en el sentido de que en Siglo 21 no nos corrompió ni el dinero ni el poder político, ¡lo que es rarísimo para un proyecto de medios exitoso!

Alejandra Xanic. En las conversaciones con mis editores se hablaba de que el buen periodismo explora distintas explicaciones del mismo acontecimiento y mira los hechos como cebollas que tienen una infinidad de capas. La capacidad de observar y preguntar va removiendo las capas: “¿Y por qué, y por qué más, y por qué?”. Se nos motivaba a tener diversidad de voces. ¡Ya en ese tiempo nos preocupábamos porque hubiera más presencia de mujeres en las notas! Observábamos que las fuentes eran masculinas y las notas tenían voces masculinas. Había una convicción de estar atentos a la inclusión, aunque no habláramos del tema como “inclusión”. Al lector lo teníamos muy presente a la hora de reportear y en el cómo reporteábamos los temas. En el centro de las historias tenía que haber voces de las personas afectadas, no nada más de funcionarios y políticos. Sabíamos que nuestra conversación era con los ciudadanos. Una buena práctica era que no teníamos que traer tres notas a la redacción. Una nota cada día, pero con más de una voz y confirmando en el lugar, distinto al “tráete las declaraciones de cinco diputados”, que se exigía en otros medios.

Juan Carlos Núñez. Quizás las formas de entender la sociedad, la comunicación y el periodismo ya las traía cada uno (fue un grupo seleccionado con ciertos criterios), pero en Siglo 21 pudimos desarrollar habilidades para pensar los temas y no quedarnos con lo más inmediato, sino ampliar la mirada. “Esto nos marcó a muchos” y hemos llevado parte de esa visión a distintos ámbitos, no solo al periodismo. Uno de los legados más importantes fue valorar la necesidad de la autocrítica. Juan Pablo Rosell hacía diariamente una minuciosa revisión del periódico, resaltando nuestros errores de enfoque, ortográficos y de escritura.

Silvia Lailson. Aprendimos a admitir que nos equivocábamos, “los famosos duendes de la redacción, que cuando los recuerdo me hacen enrojecer. En particular una cabeza de pena: ‘un papa caliente’, cuando debía decir ‘una papa caliente’”.

Sergio René de Dios. Un sello de Siglo 21 era el de dar “contexto, antecedentes, otras voces, análisis”; tener la visión de la incidencia de lo local en lo nacional y viceversa. Traer “miradas externas sobre lo que sucedía en Jalisco y las repercusiones de lo nacional en el estado”. No “perseguir la nota” ni cubrir cuotas. La cobertura se hacía como “una combinación por temas, fuentes y casos”. Se insistía en no cubrir edificios u oficinas de comunicación social, sino todo lo que sucedía alrededor. Hacer periodismo de calle. “No cubrir el ayuntamiento de Guadalajara,  sino el municipio de Guadalajara, por ejemplo”. En esa lógica editorial,
los actores de la noticia no eran solamente los poderosos, también los ciudadanos comunes eran personajes relevantes.

Vanesa Robles. “El chacoteo, la plática, la libertad absoluta, no solamente para escribir sino para relacionarnos, fueron definitivos para mi forma de hacer periodismo”. Aprendí, entre otras cosas, lo que debía respetar e incluso proteger, de los relatos que me contaban mis interlocutores e interlocutoras.

Carlos Enrique Orozco. Tomás Eloy Martínez me enseñó las bases del periodismo, una muy importante fue “pensar siempre en el lector como destinatario del trabajo periodístico”.

Rosa Esther Juárez. Era esencial “no pelearse con el lector” y “mantener siempre un equilibrio” para que cualquiera encontrara algo de utilidad en el texto.

Dalia Zúñiga Berumen. En Siglo 21 aprendí que ser creativos significa ir más allá, preguntar, ponerse en el lugar del lector para entender qué es lo que necesita saber; “darle la vuelta a la información” para que el lector conozca y analice todos los ángulos.

Juan Carlos Núñez. Hacíamos periodismo de investigación duro (de denuncia, de la corrupción), y también de problemas cotidianos. Nuestro periodismo era serio, pero tenía una parte lúdica muy significativa que involucraba a los lectores en forma juguetona. No era solo entretenimiento, las cuestiones lúdicas tenían su fondo, “había un discurso puesto ahí”.

Kaliope Demerutis. Nuestro propósito en el suplemento Tentaciones era “ser incluyentes, plurales, abarcar lo más posible de las expresiones culturales y artísticas que se generaban en la ciudad”. Era un reto enorme en un tiempo en el que “no teníamos acceso a Internet, no teníamos cámaras digitales ni teléfonos inteligentes: aprendimos a buscar información in situ, a entrevistar especialistas, a buscar en hemerotecas, en libros, revistas”. Esto nos enseñó a ser exhaustivos y tenaces como equipo editorial.

Alejandro Juárez. Siglo 21 reforzó mi formación técnico–científica. Entendí que no es suficiente con saber preguntar, tienes que verificar los datos y “comprender que hay muchos puntos de vista diferentes”, válidos todos y dignos de ser escuchados.

José de Jesús Fajardo Gamero.Siglo 21 me dio método”. Durante y después de esa experiencia he sido “un individuo mucho más crítico, analítico y comprometido con determinadas causas sociales. Un lector más riguroso, más ético en lo personal y lo laboral. Adicto al ejercicio permanente de la duda”.

Mariño González. Mi aprendizaje más importante fue el de “ejercer el periodismo desde una perspectiva humanista, con curiosidad e inteligencia, siempre al servicio de las personas”.

Myriam Vidriales. Los principios éticos y prácticos de la profesión los aprendí con un gigante: Tomás Eloy Martínez. “Una de sus enseñanzas ha resonado a lo largo de mi vida, dentro y fuera del periodismo: tu nombre y la responsabilidad de lo que se relaciona con él es tuyo y de nadie más”. Para el equipo de Siglo 21 nada era imposible, y “vivió desde la primera línea el extraordinario poder de transformación que tiene el periodismo, o cualquier profesión, cuando se asume como el servicio de una comunidad”.

 

Aciertos y errores

Visto a la distancia, ¿qué grandes aciertos y principales equivocaciones pueden reconocerse en Siglo 21 como proyecto periodístico?

Diego Petersen. Entre los grandes aciertos hay que resaltar “la estructura salarial de la redacción, el no vincular a la fuente los ingresos; que fue un periódico muy horizontal y la apuesta por lo narrativo”; también fue un acierto, a pesar de todo, el reto de “generar una visión distinta con periodistas formados de cero”. El problema que enfrentamos al creer que “se podía hacer una empresa de periodismo sin periodistas”, se subsanó en el camino. Después de la primera crisis se integraron Pedro Mellado, Sergio René de Dios y Héctor Huerta, quienes tenían experiencia. Fue necesario porque faltaba “el oficio” para que saliera el periódico. Ellos aportaron cierta solidez y tranquilidad a la redacción, pero su forma de gestionarla era distinta a la nuestra. Finalmente, Héctor Huerta se fue y Pedro Mellado se quedó solamente como columnista.

Los grandes errores del proyecto Siglo 21 se ven después, uno tiene que ver con “la inmadurez que todos tuvimos para el manejo del poder”. No estábamos preparados para administrar el poder que generaba el periódico (ni el dueño, ni los directivos, ni los periodistas). “Yo creo que el gran error fue que no supimos gestionar el éxito”. En un momento dado, “Alfonso Dau empezó a pensar que podía ser gobernador”, para entonces ya había soberbia en la redacción. “¡Estaba sobradita la redacción en general, no nada más sus directivos! Ese fue el gran error del que habría que aprender de Siglo 21”.

Luis Miguel González. El requisito de “no tener experiencia en medios” para ser invitado al proyecto fue algo exótico. Después se relajó un poco y se convirtió en “no tener una historia en medios”, que representara lo que en aquel momento era un comportamiento periodístico típico en Guadalajara. Las fortalezas importantes del proyecto eran “la heterogeneidad del grupo, el clima de libertad que se propició”; una cultura interna en la que “nos retábamos todo el tiempo, pero colaborábamos mucho”. Por ejemplo, cuando Rubén Martín empieza a convertirse en “el periodista político de referencia” y Agustín del Castillo trae temas de desarrollo social, además de los rurales, los que estaban en otras fuentes buscaron crecer. “Como si todo mundo dijera ‘vamos a ser los líderes en el tema que cubrimos’”.

Alejandra Xanic. ¿Aciertos? “El tema de la autonomía, el tema de buscar asuntos de interés, estar atentos siempre a qué está pasando en la comunidad y reflejarlo en el periódico”. Un acierto importante “era la división muy celosa de lo comercial y lo editorial”. En otras organizaciones en donde trabajé tuve “una sensación de que lo comercial se nos colaba entre los poros”. Algo muy interesante en Siglo 21, que ayudó a afianzar la convicción de independencia editorial, “fue cómo Jorge Zepeda y Diego Petersen paraban las presiones en su oficina, ¡no nos las compartían!”. Las presiones de políticos o empresarios “para que saliera o no saliera algo no bajaban a la redacción”.

Diego Petersen. Pienso que la calidad periodística de Siglo 21 se sobrevaloró. Lo que hizo a Siglo 21 lo que fue no era su calidad periodística, “sino el espíritu periodístico, la certeza de que se podía hacer algo distinto”.

Luis Miguel González. “En muchos sentidos era un periodismo muy básico que se fue volviendo más sofisticado”. Dejó “constancia de que Guadalajara era una ciudad mucho más compleja de lo que El Informador y El Occidental reflejaban”.

Alejandra Xanic. “¡Éramos el hazmerreír! Me he carcajeado viendo nuestras páginas y nuestras preguntas”. Aparte, “ganábamos más y teníamos estas ínfulas de ‘nosotros somos los buenos’, aunque escribamos mal”.

 

Lo que Siglo 21 me dejó

Alejandra Xanic. “¡La marca de Siglo 21 es total porque sigo siendo periodista 30 años más tarde! […] Siglo 21 me hizo encontrar un espacio desde donde yo podía aportar”, me dio esa serenidad del alma.

Diego Petersen. Fue una oportunidad de oro. Ser jefe de redacción de un periódico a los 26, 27 años, y subdirector a los 28, solo pudo ser gracias a que Siglo 21 era un espacio absolutamente nuevo, con la apuesta esencial de formar a sus periodistas. “Creo que fue una posibilidad de expansión en términos de visión del periodismo que hubiera sido imposible en otro lado. Para mí Tomás Eloy fue fundamental”.

Luis Miguel González. Siglo 21 fue “el lugar donde yo me formé, donde me hice. No la facultad de economía en la Universidad de Guadalajara, no el master en El País, ¡nada de eso!”. Mis referentes éticos siguen siendo muchos diálogos de calidad que tuvimos “sobre lo que el periodismo es y no es, sobre qué se vale y no se vale”. En lo más personal y sentimental, somos “un grupo de compañeros que van a ser compañeros toda la vida”. En Siglo 21 todo tenía algo de fiesta. El proyecto fue una fiesta que duró algunos años, ¿y qué es lo que me queda? “¡El recuerdo de la mejor fiesta de mi vida!”.

Francisco Vázquez. Mi estancia en Siglo 21 “coincidió con la edad en la que uno sueña con cambiar al mundo, y al estar ahí uno creía que lo lograría”. Valoro la libertad para hacer mi trabajo, me enseñé a ser responsable de lo que publicaba. Aprendí de la crítica, fue muy formativa la labor de Juan Pablo Rosell.

Eduardo Castañeda. Estábamos convencidos de que contribuíamos a la transformación de algo. “Ese sentimiento junto con las habilidades instrumentales, la práctica deontológica y experiencias propias del oficio en esa época han sido esenciales para mi rica vida profesional”, ahora en comunicación y mercadotecnia, en empresas editoriales y de información.

Jorge Valdivia. “Mi paso por Siglo 21 me hizo solidarizarme con las causas de los más desfavorecidos y entender a la prensa […] como ‘la voz de los sin voz’ y al periodismo como un medio de incidencia”.

Carlos Enrique Orozco. “La experiencia de Siglo 21 ha sido una de las más importantes y significativas en mi vida profesional”, lo confirmo a más de 30 años de distancia; ahí “empecé a concebir al periodismo como una actividad de servicio a la sociedad”.

Humberto Muñiz. Siglo 21 me definió mucho como fotoperiodista”. ¡Nunca pensé que iba a serlo, pero me gustó y lo sigo ejerciendo! “Yo decía que me pagaban por divertirme”. La de Siglo 21 fue mi época más productiva y feliz dentro de la fotografía.

René Valencia. Cuando Antonio Venzor me invitó a participar en el proyecto, le conté que me acababan de aceptar en la maestría en economía en la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana). “Esto es mejor que una maestría”, me dijo. En Siglo 21 descubrí “lo maravilloso que es comunicar, lo cual me ha dado la oportunidad de trabajar a lo largo de mi vida laboral en crear contenido y contar historias textual y gráficamente”.

Carlos Millet. ¿Qué me dejó Siglo 21? Por una parte, “la mayor frustración personal de mi carrera profesional como periodista; por otra, una experiencia única en cuanto a que me lo pasé muy bien trabajando y conocí a muy buenas personas, también a otras que no lo fueron”.

Manuel Falcón. Siglo 21 fue para mí “la oportunidad de desarrollar sin censura mi trabajo como caricaturista político, en un momento decisivo para nuestra ciudad”, el del estallido de 18 kilómetros de calles en el sector Reforma, por la irresponsabilidad de Pemex. En aquella coyuntura, mi aportación fue crear un personaje cuya función era reclamar, con reloj en mano, el dictamen prometido por el procurador del gobierno federal sobre las causas del siniestro en el que se perdieron más de 300 vidas: “Aquí tienen a su baboso”, se leía en la camiseta del personaje; este se hizo popular y reforzó “la imagen de periodismo crítico e independiente de Siglo 21”.

Alejandro Ochoa. “No era muy activo político. No me gustaba la política.” En Siglo 21 aprendí que al hacer caricaturas o ilustrar artículos de todo tipo tenía que “meterme mucho en la lectura, estar informado de lo político, cultural y social”.

Sergio René de Dios. Siempre festejaré mi paso por Siglo 21.

Evelyn Flores “Me hizo abrir todo un panorama que desconocía en la escuela; la teoría no tenía ninguna relación con la práctica”.

Omar Fares. Fue uno de los “mejores episodios de mi trayectoria periodística”.

Myriam Vidriales. Ser periodista en Siglo 21 fue “una experiencia absolutamente definitoria para toda mi vida profesional”.

 

¿Qué nos une?

José de Jesús Fajardo Gamero. “Uno de los fenómenos que más llaman mi atención (y más disfruto) es que nos seguimos viendo como una colectividad”.

Alejandra Xanic. ¡Tenemos el sello de Siglo 21 en la frente! ¡Es una amistad muy profunda, un lazo muy especial!

Luis Miguel González. Siglo 21 era un gran club donde uno prefería estar respecto a otros ambientes. “La gente se quedaba en el periódico no porque hubiera una gran perspectiva de carrera, no porque hubiera sueldos, ¡sino porque había libertad y porque ahí estaban los amigos!”.

Vanesa Robles. Puedo decir que éramos una familia “porque en una familia puede haber alguien que te caiga más gordo que otra persona, pero nunca quieres que, porque te cae ‘gordillo’ a veces, se vaya o lo corran”.

Juan Carlos Núñez. Nos une una gran solidaridad y camaradería. Muchos seguimos siendo amigos, y aunque el periódico ya no está, “sentimos que somos parte todavía de Siglo”.

Sergio Oliveira. “Todos los que estábamos ahí teníamos muy puesta la camiseta del periódico”. Después de Siglo 21 “no he trabajado en ningún lugar en el que tanta gente estuviera tan enamorada de su trabajo”.

 

Conclusiones

Una experiencia profesional que se recuerda con tanta intensidad al evocarla, sin duda, ha dejado una huella importante en quienes la comparten. En el proceso de búsqueda de testimonios, fue gratificante y sorprendente el interés de las personas por participar en este ejercicio de recuperación de significados y de reconstrucción de vivencias. La revisión de los testimonios para seleccionar la información que se ha presentado fue un trabajo difícil: cada entrevista o texto era un fragmento de vida imposible de reducir a pocas palabras. Tras múltiples ensayos para dar cuenta de lo encontrado, consideré que la forma más fidedigna era la de hacer dialogar en el escrito a esta parte (41 personas) de una redacción que al iniciar contaba con 120 miembros, y en 1996 con 99 (Siglo 21, 1996). ¿Cómo Siglo 21 marcó profesionalmente a sus periodistas? ¿Qué huella, sello o aprendizajes dejó en ellos aquella experiencia? Los significados compartidos están a lo largo de las 15 secciones del texto, muy particularmente en “Periodismo en clave local”, “Ethos y buenas prácticas en Siglo 21”, “Lo que Siglo 21 me dejó” y en “¿Qué nos une?”. Siglo 21 fue la mejor escuela para una generación—única e irrepetible— de periodistas diferentes.

 

Referencias

Atkinson, R.; Flint, J. (2001). Accessing hidden and hard-to-reach populations: Snowball research strategies. Social Research Update, 33 (1), 1-4.

Larrosa–Fuentes, J.S. (2018). Los periódicos de Guadalajara entre 1991 y 2011: el ocaso de la prensa industrial. En Hernández–Ramírez, M.E. (Ed.). Estudios sobre periodismo en México: despegue e institucionalización (pp.189–244). Universidad de Guadalajara.

Melgoza, A. & Sánchez Barbosa, L. (2015, junio 1). El fin de siglo en Guadalajara. Territorio. https://territorio.mx/el-fin-de-siglo-en-guadalajara/

Real Academia Española (RAE). (2022). Diccionario de la lengua española, 23ª ed., [versión 23.5 en línea]. https://dle.rae.es/ethos

Siglo 21 (1996, noviembre 8). Siglo 21. El quinto aniversario. Suplemento especial, pp. 2, 15.

 

Lista de comunicaciones personales

Alonso, R., comunicación personal, 18 de febrero de 2022

Aparicio, M., comunicación personal, 14 de febrero de 2022

Castañeda, E., comunicación personal 18 de febrero de 2022

Chávez, R., comunicación personal, 13 de febrero de 2022

De Dios, S.R., comunicación personal, 19 de febrero de 2022

De la Cruz, R., comunicación personal, 18 de febrero de 2022

Del Castillo, comunicación personal, 13 de febrero de 2022

Del Río, R., comunicación personal, 19 de febrero de 2022

Demerutis, K., comunicación personal, 20 de febrero de 2022

Díaz Betancourt, J., comunicación personal, 15 de febrero de 2022

Fajardo, J., comunicación personal, 19 de febrero de 2022

Falcón, M., comunicación personal, 1 de marzo de 2022

Fares, O., comunicación personal, 15 de febrero de 2022

Flores, E., comunicación personal, 15 de febrero de 2022

González, L.M., comunicación personal, 21 de febrero de 2022

González, M., comunicación personal, 18 de febrero de 2022

González, O., comunicación personal 23 de febrero de 2022

Juárez, A., comunicación personal 18 de febrero de 2022

Juárez, R.S., comunicación personal, 23 de febrero de 2022

Lailson, S., comunicación personal, 20 de febrero de 2022

Martín, R., comunicación personal, 9 de marzo de 2022

Millet, C., comunicación personal, 4 de marzo de 2022

Morán, R., comunicación personal, 21 de febrero de 2022

Muñiz, H., comunicación personal, 11 de marzo de 2022

Núñez, J.C., comunicación personal, 15 de febrero de 2022

Ochoa, comunicación personal, 15 de febrero de 2022

Oliveira, S., comunicación personal, 14 de febrero de 2022

Orozco, C.E., comunicación personal, 19 de febrero de 2022

Osorio, comunicación personal, 19 de febrero de 2022

Pérez Vega, comunicación personal, 13 de febrero de 2022

Petersen, D., comunicación personal, 21 de febrero de 2022

Preciado, R.E., comunicación personal, 20 de febrero de 2022

Robles, V., comunicación personal, 18 de febrero de 2022

Romero, E., comunicación personal, 18 de febrero de 2022

Talamantes, comunicación personal, 26 de febrero de 2022

Valdivia, J., comunicación personal, 18 de febrero de 2022

Valencia, R., comunicación personal, 20 de febrero de 2022

Vázquez, F., comunicación personal, 21 de febrero de 2022

Vidriales, M., comunicación personal, 27 de febrero de 2022

Von Bertrab, A.X., comunicación personal, 16 de febrero de 2022

Zúñiga, D., comunicación personal, 15 de febrero de 2022

 

[1]      Por el carácter de este escrito, no se verá plasmada una parte valiosa de la conversación con las 41 personas que generosamente contribuyeron; quedan temas en agenda para un trabajo posterior. Tampoco se describen los momentos de ingreso al proyecto, distintas funciones en el diario, salida y trayectoria posterior de los informantes.

[2]     Con acuerdo de los participantes.

[3]     Francisco Núñez de la Peña, académico del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, ITESO.

 

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