De los medios a los libros: los periodistas escritores

Marcela Gutiérrez Blanco

 

El mundo por sí solo es una sucesión de hechos que traducimos al lenguaje cultural que apreciamos y conocemos para que sea entendido por varios y compartido por muchos más. Es decir, creamos una herramienta práctica para no olvidarnos de lo que sucede a nuestro alrededor y comprenderlo de diferentes maneras.

El periodismo es una herramienta que ayuda a observar y registrar la realidad en la que el autor, lejos de mostrar su identidad dentro del relato, revela su habilidad para internar al lector en su texto.

Sin embargo, en el oficio periodístico que se compromete con una rigurosa lealtad a la veracidad y a la ética, algunos profesionales se topan con barreras que limitan su inspiración, por lo que se adentran en otros caminos para desarrollar libremente la escritura. Esta inquietud de introducirse en la literatura siendo un periodista no es algo nuevo, pero en los últimos años se ha dado con mayor frecuencia en Guadalajara. Como diría el periodista Iván González Vega, esto “es algo más que una coincidencia de gustos”.

Tal es el caso de Diego Petersen Farah, que en 2014 publicó Los que habitan el abismo, un excelente libro de ficción elaborado a partir de datos autobiográficos que le permitieron crear personajes, narrar la historia y trasmitir su vasta experiencia profesional, ya que trata del periodismo y las salas de redacción: “Es, en una parte, una reflexión sobre el oficio”, dice en entrevista Diego Petersen.

Otro caso es el de Juan Carlos Núñez Bustillos, que en su volumen Retrato hablado: entrevistas con personajes de Guadalajara (2013), reúne un centenar de entrevistas publicadas en un diario local tapatío de 2004 a 2008, durante 204 semanas, todos los sábados. Logra así un libro de cabecera para cualquier estudiante o interesado en el periodismo por su explicación introductoria sobre su teoría de la entrevista como género periodístico y los personajes que aparecen.

Un gran ejemplo más es José Alfredo Sánchez, periodista enfocado en la música y el periodismo cultural, conductor del programa radiofónico Señales de Humo, de Radio Universidad de Guadalajara, quien inspirado en algunos aspectos de la cultura de Guadalajara de los años setenta y ochenta crea una serie de crónicas, De memoria, en donde describe personajes, foros y movimientos culturales que surgieron en las artes plásticas, música y radio.

También figuran los periodistas Enrique Blanc con Flash-back: la aventura del periodismo musical (2014) y Julio Ríos con El cristero que quiso ser presidente (2013), que aun con intereses diferentes y temas derivados de la música y la política nos ofrecen sus crónicas. Se trata de narraciones con perspectivas periodísticas, basadas en hechos reales, hechas a partir de entrevistas.

En la historia del periodismo, los periodistas siempre han sido narradores o intelectuales que luego continúan o ramifican sus carreras hacia el mundo editorial. El mismo origen del periodismo es el de un espacio burgués de discusión pública al que se adscribían los activistas de la época o los intelectuales de la misma. Generaciones después, en América Latina el periodismo del siglo XX coincidió con muchas corrientes de la literatura que aprovecharon el periodismo para alimentar sus intereses. García Márquez, Vargas Llosa, Arlt, Onetti, Borges, tuvieron su propia dosis de producción periodística alguna vez, marcadamente el primero.

Así lo explica Iván González Vega. Y así continuó el deber de hacer periodismo después y durante los años sesenta, en los que escritores marcados por las dictaduras y el surgimiento de la democracia decidieron innovar en el oficio como otra forma de literatura.

En México, según González Vega, personajes como Vicente Leñero y Tomás Eloy Martínez, aun cuando eran periodistas tuvieron muy claro su interés literario y lograron combinarlo con sus iniciativas de profesionalización del periodismo hasta hacerse exitosos.

Estos periodistas reconocidos dieron pie a que en el actual escenario de Guadalajara se manifestaran, como una revelación, autores que escondidos en las redacciones anhelaban escribir desde su experiencia e imaginación en un nuevo campo.

En esta ocasión periodistas tapatíos enseñan que con el periodismo podemos forjar diversas aptitudes que facilitan el procesamiento de datos para obtener historias que ilustran de una manera artística la vida cotidiana. Es decir, con esta plataforma el mundo personal o el imaginario del autor ya no son la única base narrativa sino la realidad vista de forma periodística, mezclando entrevistas, reportajes o crónicas para contar una historia a partir del interés del creador.

Más allá de complementar una herramienta con la otra, periodismo y literatura, la pregunta principal es: ¿cuál es la relación entre el escritor y el periodismo actual?

Estamos viviendo una renovación periodística en los medios de comunicación, una reinvención tanto en la manera de hacer periodismo como en la manera de proyectarlo. En el plano mundial durante décadas el periodismo fue producido de la misma manera, siguiendo las reglas del viejo oficio, el mismo formato y el mismo orden. Por otra parte, en ciertos medios locales los intereses económicos y publicitarios son los que modificarían los discursos editoriales, por lo que hablar de algunos temas o explicar la nota desde cierta perspectiva restringiría la escritura del periodista. Por esta razón la búsqueda de un nuevo horizonte fue necesaria.

Gracias a estas prácticas, que continúan en algunos medios, los periodistas irían adoptando roles que no les correspondían, llevándolos a cierta frustración. Reporteros que se convertían en las figuras públicas que ellos plasmaban en sus notas olvidándose de marcar distancia entre su estilo periodístico y el entorno que los rodeaba al reportear.

Sin embargo, esta trasformación mediática, las ganas de querer cambiar la visión de esta profesión que nunca morirá y encontrar un buen rumbo para ella, fue la clave para que las editoriales voltearan a ver a los periodistas en todo el mundo, no sólo en términos de novela sino en los “report books”. De ahí la inspiración de varios periodistas para retomar la escritura a su manera.

Las ganas con que los periodistas ingresaron a las redacciones para querer cambiar el mundo difundiendo la verdad de las cosas es ahora un reto dentro de ellas; por esta razón surgen los periodistas con proyectos independientes que buscan un campo más libre para proyectar sus pensamientos. O, por otra parte, personas interesadas en la literatura que quieren explorar el periodismo para aprender a complementar su narración con las diferentes técnicas que esta profesión ofrece.

Para Diego Petersen Farah hay dos tipos de periodistas,

Uno: los que se meten al periodismo sabiendo que quieren hacer ficción desde el principio y es el oficio que les permite mantenerse en algo similar mientras logran hacer ficción, que es el caso de Bernardo Esquinca, Antonio Ortuño, Mariño González, y dos: los que venimos de regreso, Jorge Zepeda y yo, que llegamos tarde y muy inspirados por Tomás Eloy Martínez. Tomás dijo que la novela le estaba dando de comer. Esa inspiración de Tomás nos enseñó que no había límite entre el periodismo y la literatura y queríamos hacerlo con la misma naturalidad con la que él la hizo.

En el periodismo las formas de escritura son muy concretas. Los periodistas que deciden ir más allá de lo que su profesión les exige y que lo han hecho muy bien durante varios años rompen sus propias barreras profesionales al cambiar patrones de escritura. Estos patrones incluyen temáticas éticas que abarcan el cuidado en la forma de escribir un texto y hacia quién va dirigido, ya que esto puede provocar daños a terceros o confundir la realidad con la mentira.

En la literatura el periodista crea su propio estilo, se explaya y se hace responsable por lo que sale de su pluma sin tener que dar cuentas a nadie, mientras sea ficción. Es un espacio en el que se descansa y libera después de abarcar un oficio tan demandante y dependiente del entorno.

De los ejemplos expuestos, los temas que los periodistas tapatíos reflejan en sus libros son hechos cotidianos, escenas cercanas al tratamiento periodístico que causan interés al lector. De forma detallada relatan lo que conocen utilizando suficientes datos, creando o describiendo con más ímpetu a los personajes. Periodismo y literatura se complementan en las técnicas narrativas, por lo tanto, escritores y periodistas se alimentan de ambas para explorar con curiosidad dos mundos que no están alejados uno del otro.

El mundo está cambiando y con él sus formas de comprenderlo. Para el periodismo es igual, ha llegado su momento de trasformación y con él los que lo ejercen necesitan evolucionar con nuevos paradigmas y proyectos que enseñen a las jóvenes generaciones a que el oficio no se limita a las redacciones frustradas, sino que hay diversas opciones para explorar el gusto por la escritura y desarrollar historias que busquen trascender en el tiempo alimentando el intelecto del lector.