Gustavo Adolfo Sánchez. Un recuerdo para pensar el periodismo

Octavio Covarrubias Vargas[*]

 

No sabía elegir nada por su simpleza. Incluso nombrar a su primer hijo lo llevó a una revisión etimológica e histórica de las obras de Platón y Aristóteles. Para Gustavo la proeza poética de Homero resultó su inspiración y así nombró a su primogénito.

Filósofo de formación, Gustavo Adolfo Sánchez dedicó más de 35 años de su vida a Notisistema. De la mano de Cecilia Díaz Romo, fundadora de esa estación radiofónica, comenzó su trabajo en esa empresa en la década de los años ochenta del siglo XX, una época de bonanza para esa compañía al ser pionera en la creación de contenido local para medios nacionales, que desde hace 37 años mantiene con la trasmisión de noticieros que cada hora llegan a todo el país.

Gustavo comenzó en Notisistema como redactor y después como editor de noticieros. A principios de los noventa dejó Guadalajara para dirigir Notisistema en León, Guanajuato. Posterior a su estancia en esa ciudad, a principios del milenio regresó a Guadalajara para ocupar la jefatura de Información hasta 2015, año en el que se retiró.

Él, un cuasipurista del lenguaje, también llegó a la radiodifusora para fortalecer la calidad periodística del trabajo de los reporteros. Los incentivaba a investigar la etimología de las palabras para que conocieran sus raíces y sus significados, y con ello mejorar los contenidos periodísticos. Con su mantra personal no buscaba un error para corregirlo, sino para evitarlo.

Desde sus inicios en la radio no perdió oportunidad para asesorar a sus compañeros. Atendía desde pequeñas dudas gramaticales hasta inquietudes existenciales si así se lo pedían. Sus colegas encontraban en él a un hombre que buscaba la explicación de las cosas.

Gustavo era una persona reflexiva —fama que le valió ser relevo de su amigo José Manuel Barceló— en el programa “Atreverse a pensar”, que trataba temas filosóficos. Ese tipo de emisiones representaba un desafío para la radiodifusora por despertar y ganar el interés de los radioescuchas, pero no para Gustavo, quien disfrutaba del conocimiento “intelectual”, como lo describe Roberto Ruvalcaba, su compañero de trabajo por 33 años.

Fue un hombre de trabajo “ensimismado”, como dice Barceló, porque “el mundo pasaba por encima de él y no se daba cuenta”. Sus amigos lo recuerdan como un hombre comprometido y puntual. Siempre llegaba a tiempo a cualquier cita personal o profesional.

Un intelectual que cultivó el estudio y la profundización en la obra de Juan Rulfo, así como del periodismo y su ejercicio profesional. Fue un hombre negado a las interpretaciones fáciles y a las explicaciones únicas. Una de sus mayores cualidades que jamás le trajo descanso.

En palabras de José Manuel Barceló, “su voz no estaba hecha para la radio, pero con las cosas que leía y la forma en como las abstraía, tenía mucho que decir (…) debió haber escrito dada su capacidad de análisis, que era abrumadora”.

Su oficina era su bucle temporal que lo suspendía en sus ideas como viajero del tiempo. Los libros, la música clásica, el cigarro y el café amargo fueron sus placeres imprescindibles que lo desprendían de este mundo. La obra completa de Honoré de Balzac coronó estos placeres, antes de su partida, el 8 de mayo de 2017.

 

[*] Agradezco a José Manuel Barceló y Roberto Ruvalcaba por su tiempo y por confiarme sus historias de Gustavo Adolfo Sánchez. Entrevistas realizadas en octubre de 2017.